Desde que ya hace cinco lustros Fernando Barrué descubrió el frottage −casi un juego infantil puesto en valor por el surrealista Max Ernst− adaptándolo a su obra pictórica, no ha cesado de indagar y perfeccionar esa técnica de aplicación de la pintura, ajena al pincel y al caballete, que se basa en la superposición de sucesivas capas que se extienden con un utensilio plano sobre el lienzo, colocado en el suelo. El motivo se obtiene poniendo detrás de la tela algún elemento con relieve cuya superficie quedará marcada en el lienzo. Puede tratarse de cualquier objeto o fragmento pero en los últimos tiempos Barrué prefiere idear sus diseños específicos en su cuaderno de bocetos. A partir de esos diseños elabora la matriz sobre un material semirrígido como el cartón prensado, y a base de extender y retirar la pintura con repetidos arrastres, obtiene la huella que define la estructura del cuadro.
Los presentes trabajos manifiestan una intención de simplificar sus recursos, apenas hay variaciones de color, predomina la monocromía suave en rosados o azules, casi transparentes sobre fondos claros, casi blancos. Han desaparecido −de momento, al menos− aquellas atmósferas brumosas de vibrante colorido en las que sumergía hace años sus rastros de fragmentos industriales a los que sabía otorgar un rango poético. Prevalece ahora la línea nítida, recortada, de las formas geométricas, la estructura ordenada de la huella y un efecto espacial determinante. Ciertamente lo que prevalece en la obra actual del artista es ese efecto muy sugerente de perspectiva, como de maquetas cartográficas, y a la vez de profundidad aérea que suscita la ilusión de inusitados paisajes que el espectador sobrevuela a baja altura, como descubriendo los rastros de una extraña civilización en algún lugar ignoto.
Raquel Medina, crítico
miembro de ACCA-AICA.
Informacion
Fecha/HoraDate(s) - 20/04/2017 - 05/05/2017
4:00 pm - 9:30 pm
Ubicación
Centre Cultural de Mislata
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