Mi obra se construye en función de las posibilidades metafóricas y las propiedades simbólicas que los materiales y objetos transmiten, y las relaciones o analogías que establezco entre ellos con nuevos significados e interpretaciones. El proceso de creación se inicia con la recopilación de materiales rescatados, piezas antiguas y objetos encontrados de diversa índole, que conviven en el estudio en una especie de gabinete de curiosidades. Esta fase es igual de importante y estimulante que la del propio trabajo en el estudio. El desarrollo de cada obra es intuitivo, nunca premeditado, sigo a donde los objetos me lleven. Ellos tienen alma propia, una antigua vida de la que han superado el paso del tiempo y así lo muestran con las fisuras, las cicatrices y la pátina que él les ha dejado. Mi trabajo es dotar de una segunda vida a estos objetos combinándolos entre sí como un alquimista, creando piezas visualmente poéticas mediante el assemblage y el collage como medios de expresión, a través de las cuales puedo narrar una historia, captar una emoción o transmitir un sentimiento. En mi discurso artístico subyace la fascinación por las alegorías y el dramatismo barroco, la iconografía y simbología religiosa, el juego sacro y pagano de quimera y realidad, de devoción y superstición, o el romancero costumbrista de la copla. También hay una reflexión en mis propuestas sobre temas universales como el dolor del alma, el desengaño, la dualidad de sentimientos, el mito romántico de la fatalidad, la fugacidad de la vida y el carácter transitorio de las cosas, de dolorosa caducidad, de la belleza siempre amenazada, de su fragilidad, de fugaz maravilla…